Un análisis reciente del New York Times, retomado por medios mexicanos como ADN40, advierte que en la actual era digital, el pensamiento profundo: entendido como lectura pausada, concentración y razonamiento reflexivo, se ha transformado en un “lujo”.
La tecnología, caracterizada por dispositivos móviles, notificaciones constantes y redes sociales, ha fragmentado la atención de la mayoría de las personas. La exposición libre a las pantallas: redes sociales, juegos o aplicaciones, está diseñada para captar y retener la atención a través de estímulos rápidos y adictivos, por lo que funciona como la comida chatarra: fácil, atractiva y de bajo valor nutritivo. Por lo que las personas presentan cada vez mayor dificultad para desarrollar habilidades de comprensión lectora y razonamiento crítico. En consecuencia, algunos expertos han compartido su preocupación ante esta situación, la cual está generando una desigualdad cognitiva estructural, similar al impacto de la mala alimentación en zonas vulnerables.
En contraposición, sectores con mayores recursos han comenzado a implementar medidas para preservar la capacidad de pensar con profundidad: escuelas privadas y países de primer mundo optan por limitar el uso de pantallas y realizar prácticas de desconexión, como técnicas para propiciar el “ayuno de dopamina” una práctica que busca reducir la dependencia de la gratificación instantánea y la sobreestimulación para mejorar la claridad mental y reducir la ansiedad.
Esta brecha a su vez, tiene consecuencias profundas en el sistema educativo ya que:
- Debilita la alfabetización sostenible y la capacidad de análisis.
- La atención fragmentada dificulta la adquisición de competencias esenciales para el pensamiento estructurado.
- La educación, al no enseñar estrategias de autorregulación digital, reproduce desigualdades existentes.
De esta manera, pensar está dejando de ser una actividad cotidiana accesible para convertirse en un privilegio, limitado a quienes son conscientes de los beneficios de reducir su exposición al medio digital. Para contrarrestar este fenómeno, algunas recomendaciones en un ambiente educativo son:
- Fomentar prácticas como la lectura prolongada y espacios de diálogo.
- Adaptar currículos que promuevan la reflexión crítica sobre el uso de la tecnología.
- Implementar la reducción consciente de dispositivos electrónicos.
La capacidad para pensar con profundidad no es neutral: forma parte de los lazos que sostienen una ciudadanía informada, analítica y empoderada. Reconocerla como un bien común y promover su recuperación es clave para una educación más equitativa.
Enlaces de referencia:
- ADN40. ¿Por qué “pensar” se volvió el nuevo lujo de los ricos? – adn40.mx
- Psyciencia (análisis del New York Times) – psyciencia.com
- ¿Pensar se está convirtiendo en un lujo? -chessbase.com
- ¿Pensar es un lujo?-elobservadorenlinea.com
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